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Es cierto y además es el más antiguo de los festivales de teatro de Canarias, es el festival que reúne año tras año a representantes de tres continentes: África, América y Europa, y qué mejor sitio para tener este privilegio que en mi isla de adopción, Gran Canaria y en uno de los pueblos más bonitos que he conocido, la hermosa Villa de Agüimes, vivo ejemplo de mezcla de culturas, de historias y de bellas coincidencias con otros pueblos de mi memoria.

Más allá del sentimiento que me une a esta isla, no puedo dejar de recordar mi primer encuentro de amor con este pueblo, no sólo fue el gran parecido con Barichara* un pueblo que siempre llevo en mi corazón, sino que además porque sentí que la singularidad de  esta región me hacía respirar un aire de libertad y comunión con el arte y la cultura. Fue tan importante toparme de frente con este Festival, que enseguida tomé la decisión de hacerme voluntaria, y así por varios años estuve disfrutando de una experiencia jugosa, exprimiendo lo mejor de aquella convivencia, porque más allá de los escenarios, de las compañías de teatro, de la organización, de maravillosos artistas, estaban las personas, con las que hasta el día de hoy, mantengo relación de amistad.

No dejo de sorprenderme cada año por el milagro que se produce cuando veo a artistas hacerse enormes y casi inalcanzables en el escenario y de pronto, al rato encontrarme con ellos tomando un café o un mojito en el Populacho*. En días como estos, en los que se viven momentos tan convulsos en España, y no dejan de pasar atrocidades más allá de nuestras fronteras, el festival se convierte en uno de esos espacios oportunos, donde no sólo saboreamos lo mejor de cada cultura, sino que nos hacemos eco de reflexión y reivindicación para avanzar en derechos humanos con pueblos hermanos.

Este Festival puede llamar a la solidaridad con un tambor africano, con historias del caribe o con una danza que viene a través del mar, o gracias a literaturas aventureras y deliciosas de países vecinos, de pequeñas compañías que vienen del otro lado del continente, siempre de la mano de hombres y mujeres que enaltecen nuestras culturas y pensamientos diversos, siempre comprometidos con el arte y la paz. El Festival nos recuerda lo que todos y todas compartimos, lo que nos une, lo que nos duele, al fin y al cabo somos latidos de un mismo corazón.

Cuesta pensar qué seríamos sin el arte, sin la identidad de los pueblos, sin la denuncia a través de la creatividad, sin las distintas sensibilidades y maneras de pensar, sin los aplausos y las risas de niños y niñas, qué sería de este Festival sin el compromiso de este ayuntamiento que aún se interesa por la comunidad y su progreso, que seríamos sin el deseo de avanzar en educación y cultura, que sería sin la voluntad de tantas personas que en cada función se toman con seriedad absoluta su trabajo, cada escenografía, cada iluminación, qué sería de este Festival sin la ilusión de alzar el telón para que continúe cada año, a pesar de las muchas dificultades, y de políticas que a día de hoy, no se toman la cultura como prioridad e instrumento de paz y diálogo en un mundo de conflictos.

Es un hecho que este Festival continua vivo y permanecerá siempre vivo en muchas personas que como yo, nos sumamos a esta experiencia. Por 30 años y más, que viva el Festival de las culturas en nuestra Isla.

Notas

*Barichara es un pueblo situado en Santander (Colombia) ubicado en la provincia de Guanentá. Es reconocida por sus construcciones de finales del siglo XVIII; el sector antiguo de la población fue declarado patrimonio cultural del país mediante decreto 1654 de 1978.

*El Populacho es un Bar-Café situado en una de las esquinas más bonitas del casco antiguo de la Villa de Agüimes frente a la Plaza del Rosario